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En 1635, una joven nativa, que buscaba leña en el bosque vio una peculiar roca negra con forma de muñeca que estaba sentada encima de un gran peñasco. En ella estaba grabada una misteriosa imagen de una mujer y un niño. La imagen parecía ser la de la Santísima Virgen María sosteniendo al Niño Jesús. Pensando que era un juguete maravilloso, la niña se llevó la roca a casa y la colocó entre sus pertenencias. Al día siguiente, mientras recogía leña, descubrió la «muñeca» sentada en la roca donde la había encontrado originalmente.

Este extraño suceso ocurrió tres veces en la joven consultó a su párroco, el padre Baltazar de Grado, sobre la rareza. El padre de Grado llevó la piedra a la iglesia pero le ocurrió lo mismo: la estatua volvió milagrosamente a su lugar original. Comprendiendo la importancia de este hecho, el sacerdote hizo una petición a las autoridades eclesiásticas y éstas autorizaron la construcción de una iglesia sobre el peñasco donde se encontraba la estatua. Más tarde, se construyó allí una basílica llamada Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles y la estatua fue trasladada a la Basílica.

Desde el principio, se creyó que La Negrita tenía grandes poderes curativos y hay innumerables testimonios de milagros realizados por su intercesión. Visitantes de toda Costa Rica y de otros países acuden a diario a ver y rezar ante la Negrita, venerando la reliquia y pidiéndole milagros. Cada año, el 2 de agosto, día de la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles, se celebra una fiesta y más de un millón de fieles peregrinan a la Basílica, muchos de los cuales caminan kilómetros y kilómetros para llegar allí. la fiesta se ha convertido en un día de fiesta nacional que todos los costarricenses celebran.

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