Bernardo se puso a llorar. Se moría de tristeza de ver a la Virgen así. Mientras Bernardo lloraba, la Virgen dio el mensaje: “Recen el rosario. Mediten los misterios. Escuchen la Palabra de Dios en ellos dicha. Ámense. Ámense unos a otros. Perdónense. Hagan la paz. No pidan la paz sin hacerla porque si no la hacen no sirve para nada que la pidan. Cumplan con sus deberes. Pongan en práctica la palabra del Señor. Busquen ser agradables a Dios. Sirvan al prójimo que así le agradan”.
Bernardo le dijo que tenía muchas cosas que pedirle de parte de la gente. Ella le contestó: “Me piden cosas sin importancia. Pidan fe para tener fuerza para llevar cada uno su cruz. Los sufrimientos de este mundo no se les pueden quitar. Los sufrimientos son la cruz que ustedes tienen que llevar. La vida es así; hay problemas con el marido, con la esposa, con los hijos, con los hermanos... hablen, platiquen para que se resuelvan los problemas en paz. No vayan a la violencia. Nunca vayan a la violencia. Pidan fe para tener paciencia”.
Después le dijo que ya no volvería. Bernardo se puso entonces a gritar: “¡No nos dejes, Madre mía! ¡No nos dejes, Madre mía! ¡No nos dejes, Madre mía!”. La Santísima Virgen le tranquilizó diciendo: “No se aflijan. Yo estoy con ustedes aunque no me miren. Soy la madre de todos ustedes pecadores. Ámense unos a otros. Perdónense, hagan la paz porque si ustedes no la hacen no habrá paz. No vayan a la violencia. No vayan nunca a la violencia. Nicaragua ha sufrido mucho desde el terremoto y seguirá sufriendo si ustedes no cambian. Si ustedes no cambian abreviarán la venida de la tercera guerra mundial. Reza, reza, hijo mío, por todo el mundo. Al mundo lo acechan graves peligros. Una madre no olvida nunca a sus hijos y yo no he olvidado lo que ustedes sufren. Soy la madre de todos ustedes, pecadores. Invóquenme con estas palabras: Santísima Virgen, eres mi Madre. La Madre de todos nosotros, pecadores”.
Estas fueron las últimas palabras de Nuestra Madre en Cuapa. Un mensaje muy sencillo, pero que debemos comenzar a vivir de manera urgente. Sembrar la paz, perdonar, cumplir nuestros deberes, no huir de la cruz de cada día, amarnos unos a otros y rezar con el corazón y cumpliendo la Palabra de Dios. Sabemos que Ella está siempre con nosotros.
El lugar de las apariciones de la Virgen María en Cuapa fue declarado Santuario Diocesano el 13 de enero del año 2013, por Monseñor Sócrates René Sándigo, Obispo de Juigalpa y Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, quien celebró una Misa en el lugar junto a Monseñor Fortunatus Nwachukwu, Nuncio Apostólico de Nicaragua, y su Eminencia el Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua, el día 8 de mayo del mismo año.