Virgen María
del Rosario de San Nicolás

Los mensajes continúan, con frecuentes referencias a las Sagradas Escrituras. Es que María conduce a la palabra de Dios y de esta manera continúa su invitación, como lo hiciera a los servidores de Caná: “Hagan todo lo que él les diga”. Éste es un hecho nuevo y singular en la historia de las apariciones marianas.

En noviembre la Virgen le da varios mensajes, donde recuerda su cercanía, su protección y ayuda:

Cuando lo necesitéis, acudid a mí, yo te responderé. Feliz estoy contigo, digna eres de mi confianza. Gloria al Señor.

De mi presencia tenéis sed, de mis manos comerán. Tened paciencia, todo a su debido tiempo llegará.

Tu espíritu, del Espíritu Santo alimentado está.

Gladys siente entonces un gran aroma a rosas, una de las frecuentes manifestaciones marianas. La Virgen le dice: Aquél que huele el perfume de mis rosas, conmigo camina. Gloria al Señor.

El 15 de noviembre de 1983, Jesús le habla a Gladys por primera vez: “Soy el sembrador, la cosecha será grande”

El mismo día la Virgen dice: Soy patrona de esta región. Haced valer mis derechos.

Este mensaje nos recuerda que la parroquia de San Nicolás había sido encomendada desde el principio a Nuestra Señora del Rosario. La imagen, hoy venerada en el Santuario, había ocupado un lugar destacado en la catedral inaugurada en 1884. Luego de ser bendecida por el Papa León XIII, fue traída desde Roma y donada para este lugar. Después de distintas ubicaciones en la catedral y a raíz de su deterioro, fue depositada la imagen en el campanario, a la espera de una reparación que nunca llegaba.

En 1983, el 27 de noviembre, día de la Medalla Milagrosa y primer día de la Novena a San Nicolás, el Padre Pérez, confesor de Gladys y párroco de la catedral, se dio cuenta de que la imagen de Nuestra Señora del Rosario que por largo tiempo había estado en la catedral y se encontraba ahora en el campanario, coincidía con la descripción de Gladys. Entonces condujo a Gladys hasta el campanario, quien reconoció inmediatamente la imagen de la aparición, aunque le faltaba una mano y el rosario. En ese momento se le apareció la Virgen María frente a la imagen: Me tienen olvidada, pero he resurgido. Ponedme allí, porque me ves tal cual soy. No os apenéis, ya me tendrán. Quiero estar en la ribera del Paraná. Poneos firmes. Allí viste mi luz. Que no flaqueen tus fuerzas. Gloria al Altísimo Padre.

El Padre Pérez hizo reparar la imagen y colocó en sus manos y en las del Niño Jesús un nuevo rosario.

Nuestra Madre ha elegido un lugar de bendición, cerca del río. Allí quiere recibirnos: Cerca de ti quiero estar. El agua es una bendición. Quiero poder recibiros en un día no muy lejano en la casa que he elegido.

Ante la pregunta de Gladys, de si debía ser capilla o santuario, la Virgen le da una respuesta a través de las Sagradas Escrituras. Le dice que lea Éxodo, capítulo 25, versículo 8º que dice: “Me harán un santuario y habitaré en medio de ellos”.

En la noche del 24 de noviembre, unos días antes del reconocimiento de la imagen que estaba en el campanario, Gladys se dirigió con un grupo de personas al lugar que la Santísima Madre eligiera para construir su Templo. Y al tiempo que les mostraba el sitio donde veía la aparición, un fuerte rayo de luz cayó sobre el lugar pareciendo hundirse en el suelo. Una niña de nueve años vio también ese rayo.

Al día siguiente la Virgen dijo a Gladys: El Espíritu Santo es tu guía. Debes obedecer. Elegido está el lugar de mi morada. Todo queda en vuestras manos.