Hija mía, en estos momentos hay extrema necesidad de oración. El Santo Rosario será escuchado en este día por el Señor como si fuera mi voz.
La oración es un pedido mío y está dirigido a todos los pueblos. La oración debe nacer de un corazón dispuesto, debe también ser frecuente y hecha con amor. Jamás sea dejada de lado, ya que la Madre quiere que por ella lleguen los hijos a Dios y con el cual logra vencer al enemigo.
Jesús Eucaristía es cuerpo vivo y verdadero. Adoradlo y amadlo.
Hijos míos, es en la Eucaristía donde podéis sentir cómo se da a vosotros. Es en la Eucaristía donde vuelve a ser cuerpo y sangre, y es desde la Eucaristía que quiere salvar a las almas preparadas para recibirlo.
Hoy como nunca mis mensajes deben ser difundidos. Hoy como nunca debe el mundo conocer mis palabras, mi urgente llamado a la conversión, mi pedido de consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Aún aguarda el Señor a las almas. Gloria al Señor.
Deben saber mis hijos que los llamo a la consagración, porque siendo consagrados a mi Corazón, pertenecen a la Madre y al Hijo.
Digo a mis hijos: Sois para mí como niños recién nacidos, que necesitan el amor de su madre, el calor de su madre y el alimento de su madre. Os conduciré y os ayudaré a crecer en el amor al Señor, sólo os pido, dejaos guiar. Gloria a Dios.
No descanséis en vuestro andar. Noche y día debéis predicar. Insiste sin descanso. Mis mensajes deben ser leídos despaciosamente, para que puedan ser digeridos como yo lo deseo.
En estos tiempos en que el veneno del maligno parece contaminarlo todo, el Señor se manifiesta para que sea posible la salvación de las almas.
Estas palabras pueden llegar a debilitarse si se guardan, si no se extienden; deben ser anunciadas en toda la tierra.
Hablo a mis hijos para pedirles humildad, os pido humildad, porque en la humildad seréis gratos a los ojos de Dios. Os pido humildad porque el Señor quiere a los humildes y rechaza a los soberbios. Seguid el ejemplo de Cristo Jesús, las glorias sean a Él.
Querida hija, para muchos he desaparecido en la Cruz donde Jesús entregó su vida, siendo que fue allí donde mi maternidad comenzó a crecer, y mi amor de madre se extendió hacia todos los hombres por voluntad de mi Hijo.
Hoy con más fuerza voy fortaleciendo al inseguro, volviendo puro al impuro y justo al injusto.
Muchos son los hijos que conocen y veneran a la Madre. Muchos más son los que no la conocen. Hoy es tiempo de escucharla y conocerla porque el que la desprecia, desprecia a Cristo y se daña a sí mismo. Nadie tenga dudas, el amor no tiene revés. El que ama a Cristo, ame también a su Madre. Alabado sea el Señor. Que todos conozcan mi mensaje.
Yo soy el ancla, yo he anclado aquí. Yo soy el arca que quiere llevar a los hijos al Señor.